VIDA SECRETA DE LAS NIEVES
La vida secreta de la nieve
La nieve adopta una de sus manifestaciones más bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los cristales de hielo que la integran.
Texto de José Miguel Viñas 08/01/2021 7 minutos de lectura La vida secreta de la nieve La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran. La vida secreta de la nieve La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran. Todo comienza en la atmósfera, en
el corazón de una fría nube.
Es ahí donde arranca el complejo proceso natural, relacionado con el
crecimiento del hielo, que dará como resultado la formación de los copos de
nieve. En realidad, bajo la denominación genérica copo de nieve podemos
toparnos con muchas cosas, desde cristales individuales de diversos tamaños
hasta una especie de aglomerado constituido por varios de ellos. Y es que, en
su caída a través del aire, estas minúsculas estructuras se encuentran
sometidas a un constante zarandeo. Así, acaban adhiriéndose unas a otras,
lo que da como resultado los copos, cuyas dimensiones y esponjosidad varían
en función de las condiciones meteorológicas presentes durante la nevada. La génesis de esos cristalitos
sucede en el interior de las nubes, a temperaturas lo suficientemente bajas
como para que una parte de las gotitas de agua líquida contenidas en ellas
se congele y se formen los microscópicos embriones de hielo sobre los que
crecerán los citados cristales. Eso sí, en la atmósfera, las gotitas de
agua líquida no se congelan de inmediato cuando la temperatura desciende por
debajo de 0 ºC. De hecho, pueden mantener su condición de líquido –como
agua subfundida o sobreenfriada– a temperaturas mucho más bajas, de hasta
-40 ºC. Ahora bien, la presencia en el aire de partículas sólidas en suspensión,
como polvo, esporas, sales marinas y polen, no solo sirve de soporte físico
a esas diminutas gotas, sino que favorece la congelación de parte de ellas
cuando rondan los -5 ºC. En esas nubes frías, coexisten gotitas de agua en
estado líquido y congeladas. Es en ese ambiente tan cargado de humedad –sobresaturado de vapor de
agua– donde se inicia el mecanismo de formación de la nieve. La cuestión es que las gotitas de
agua líquida tienden a evaporarse espontáneamente. El vapor de agua
resultante se incorpora a las que ya están congeladas, de modo que se
convierten directamente en hielo cuando entran en contacto con ellas. Este
empieza así a crecer, y comienzan a modelarse minúsculos prismas
hexagonales. Estas figuras geométricas de hielo microscópicas, que
apenas miden unas décimas de milímetro de largo, tienen siempre esa
estructura debido a que esa es la forma que adoptan las moléculas de agua en
el hielo cuando se agrupan. Una vez que esos prismas cristalinos se forman en
el interior de la nube, crecen mediante un proceso de ramificación, que
puede experimentar variaciones en función de la temperatura y el grado de
sobresaturación de vapor de agua del aire que rodea los cristales. |
La vida secreta de la nieve
La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran.
La vida secreta de la nieve
La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran.
Todo comienza en la atmósfera, en el
corazón de una fría nube. Es ahí donde arranca el complejo
proceso natural, relacionado con el crecimiento del hielo, que dará como
resultado la formación de los copos de nieve. En realidad, bajo la
denominación genérica copo de nieve podemos toparnos con muchas cosas, desde
cristales individuales de diversos tamaños hasta una especie de aglomerado
constituido por varios de ellos. Y es que, en su caída a través del aire,
estas minúsculas estructuras se encuentran sometidas a un constante zarandeo.
Así, acaban adhiriéndose unas a otras, lo que da como resultado los copos,
cuyas dimensiones y esponjosidad varían en función de las condiciones
meteorológicas presentes durante la nevada.
La génesis de esos cristalitos
sucede en el interior de las nubes, a temperaturas lo suficientemente bajas
como para que una parte de las gotitas de agua líquida contenidas en ellas se
congele y se formen los microscópicos embriones de hielo sobre los que
crecerán los citados cristales. Eso sí, en la atmósfera, las gotitas de agua
líquida no se congelan de inmediato cuando la temperatura desciende por debajo
de 0 ºC. De hecho, pueden mantener su condición de líquido –como agua
subfundida o sobreenfriada– a temperaturas mucho más bajas, de hasta -40 ºC.
Ahora bien, la presencia en el aire de partículas sólidas en suspensión,
como polvo, esporas, sales marinas y polen, no solo sirve de soporte físico a
esas diminutas gotas, sino que favorece la congelación de parte de ellas
cuando rondan los -5 ºC. En esas nubes frías, coexisten gotitas de agua en
estado líquido y congeladas. Es en ese ambiente tan cargado de humedad –sobresaturado de vapor de
agua– donde se inicia el mecanismo de formación de la nieve.
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Texto de José Miguel Viñas 08/01/2021 7 minutos de lectura La vida secreta de la nieve La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran.
La vida secreta de la nieve La nieve adopta una de sus manifestaciones más
bellas a escala microscópica. José Miguel Viñas nos cuenta cómo surgen los
cristales de hielo que la integran.
Todo comienza en la atmósfera, en
el corazón de una fría nube.
Es ahí donde arranca el complejo proceso natural, relacionado con el
crecimiento del hielo, que dará como resultado la formación de los copos de
nieve. En realidad, bajo la denominación genérica copo de nieve podemos
toparnos con muchas cosas, desde cristales individuales de diversos tamaños
hasta una especie de aglomerado constituido por varios de ellos. Y es que, en
su caída a través del aire, estas minúsculas estructuras se encuentran
sometidas a un constante zarandeo. Así, acaban adhiriéndose unas a otras,
lo que da como resultado los copos, cuyas dimensiones y esponjosidad varían
en función de las condiciones meteorológicas presentes durante la nevada. La génesis de esos cristalitos
sucede en el interior de las nubes, a temperaturas lo suficientemente bajas
como para que una parte de las gotitas de agua líquida contenidas en ellas
se congele y se formen los microscópicos embriones de hielo sobre los que
crecerán los citados cristales. Eso sí, en la atmósfera, las gotitas de
agua líquida no se congelan de inmediato cuando la temperatura desciende por
debajo de 0 ºC. De hecho, pueden mantener su condición de líquido –como
agua subfundida o sobreenfriada– a temperaturas mucho más bajas, de hasta
-40 ºC. Ahora bien, la presencia en el aire de partículas sólidas en suspensión,
como polvo, esporas, sales marinas y polen, no solo sirve de soporte físico
a esas diminutas gotas, sino que favorece la congelación de parte de ellas
cuando rondan los -5 ºC. En esas nubes frías, coexisten gotitas de agua en
estado líquido y congeladas. Es en ese ambiente tan cargado de humedad –sobresaturado de vapor de
agua– donde se inicia el mecanismo de formación de la nieve. La cuestión es que las gotitas de
agua líquida tienden a evaporarse espontáneamente. El vapor de agua
resultante se incorpora a las que ya están congeladas, de modo que se
convierten directamente en hielo cuando entran en contacto con ellas. Este
empieza así a crecer, y comienzan a modelarse minúsculos prismas
hexagonales. Estas figuras geométricas de hielo microscópicas, que
apenas miden unas décimas de milímetro de largo, tienen siempre esa
estructura debido a que esa es la forma que adoptan las moléculas de agua en
el hielo cuando se agrupan. Una vez que esos prismas cristalinos se forman en
el interior de la nube, crecen mediante un proceso de ramificación, que
puede experimentar variaciones en función de la temperatura y el grado de
sobresaturación de vapor de agua del aire que rodea los cristales.
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